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Vicente Aleixandre, el poeta de Velintonia

Edelvives publica un hermoso álbum ilustrado que recupera para los niños la figura del Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre. Su casa, en la antigua calle Velintonia de Madrid, fue refugio de varias generaciones de poetas.

Vicente Aleixandre, el poeta de Velintonia
Literatura 9 Junio 2020

Emilio Calderón y Carmen García Iglesias son los artífices de El poeta de Velintonia, un relato de ficción con retazos de realidad para lectores a partir de 8 años. En él, rinden un emotivo homenaje tanto al literato como a la que fue su casa durante muchos años, hasta su muerte en 1984.

El cuento arranca en el verano de 1936, poco antes de la sublevación militar que desembocó en la guerra civil española. La casa de Aleixandre y su plácido jardín reciben la visita frecuente de señalados poetas de la época, como Miguel Hernández, Federico García Lorca, Luis Cernuda o Pablo Neruda. Emilio Calderón los integra armoniosamente en la narración mediante guiños —sutiles a veces, otros más notorios— a su vida u obra. 

Conduce el relato un gato callejero al que Aleixandre descubre un día merodeando por su jardín. Le otorga el nombre de Verso y lo invita a vivir con él y con Sirio, su perro, en la casa familiar. A través de los ojos de Verso, al que le gusta observarlo todo desde un árbol, el lector participa de las joviales tertulias de los amigos poetas y de sus pequeñas extravagancias. La historia se adereza con algunas de sus composiciones, como «La hermanilla», delicioso poema que Aleixandre dedicó a su hermana Conchita («Tenía la naricilla respingona, y era menuda…»), o la popular «Mariposa del aire» de Lorca.

Poeta Velintonia
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Las apacibles veladas estivales se ven pronto interrumpidas por el estallido de la guerra, que golpea con fuerza sobre Velintonia y sus ilustres invitados. Algunos de ellos mueren, otros deben marchar al exilio. Aleixandre se sumerge en lo que él denomina un «exilio interior», pero mantiene Velintonia como lugar de encuentro para la cultura. Una vez reconstruida la casa, abre de nuevo sus puertas a los visitantes. Por Velintonia transitaron varias generaciones de poetas, desde la del 27 hasta los Novísimos. 

El Poeta Velintonia
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El poeta de Velintonia se disfruta doblemente gracias a las primorosas ilustraciones de Carmen García Iglesias. Con sus luminosas acuarelas, la artista logra mantener la atmósfera de cuento a la vez que retrata fielmente personajes y escenarios. Para ello, se documentó con material procedente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, a la que tanto ella como Emilio Calderón pertenecen.

La casa de Velintonia toma su nombre del que llevaba antaño la calle en la que se asienta, que a su vez designa a un tipo de secuoya, la wellingtonia, la especie arbórea más grande del mundo. En 1978, un año después de que le concedieran el Premio Nobel de Literatura, el ayuntamiento quiso homenajear al autor rebautizando la calle como de Vicente Aleixandre.

No hay ni hubo ninguna velintonia en el jardín de Aleixandre, pero sí un hermoso cedro que él mismo plantó. Hoy ese cedro es un espléndido ejemplar que ha recibido protección oficial. No así la casa, pese a los persistentes esfuerzos de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. Desde 1995 luchan por que la administración adquiera el histórico inmueble con el fin de transformarlo en la Casa de la Poesía, un centro de documentación y estudio de la poesía española del siglo XX. Aunque su iniciativa cuenta con numerosos apoyos del ámbito de la cultura, en estos momentos el inmueble se encuentra a la venta y no hay ningún plan para su recuperación.

El poeta de Velintonia es el medio perfecto para dar a conocer al público infantil las figuras de algunos de los más importantes poetas en lengua española. La conmovedora historia que construye Calderón, junto con las poéticas ilustraciones de García Iglesias, nos traslada mágicamente a ese rinconcito de Madrid donde amistad y poesía se hermanaron. Nos brinda un pequeño agujero en el tiempo por el que mirar y escuchar durante unos instantes a aquellos hombres irrepetibles. ¿Quién no querría asomarse?