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Teresa Duran nos cuenta «50 cuentos para entendernos mejor»

La investigadora y divulgadora Teresa Duran adapta una cincuentena de cuentos tradicionales de todos los rincones del planeta con el ánimo de invitar a los lectores a conocer mejor el mundo y sus habitantes.

Teresa Duran nos cuenta 50 cuentos para entendernos mejor
Literatura 19 Noviembre 2020

De miedo y de risa, de amor y de engaños, de princesas y de urracas... La polifacética barcelonesa selecciona y recrea para el público infantil 50 cuentos para entendernos mejor, una recopilación ideada para explicar la realidad a partir de las experiencias de sus protagonistas.

Cada cuento aparece precedido de una breve introducción en la que la compiladora comenta con gran sentido del humor algunas situaciones que quizá ahora nos resultarían extrañas o extemporáneas. Asimismo, se indica a los lectores, mediante un conjunto de iconos, cuál es la duración estimada de la lectura y otros datos relacionados con el cuento: personajes, tipología y género.

Conversamos con Teresa Duran sobre esta cuidada selección de textos populares trasmitidos de padres a hijos durante generaciones.

Qué clase de cuentos vamos a encontrar en el libro?
Bueno, la familia de los cuentos es tan antigua como larga y ancha. En este libro hay un poquito de todo: cuentos maravillosos, leyendas, cuentos de animales, chascarrillos, fábulas, clásicos de autor, incluso hay uno en verso y otro en forma de representación teatral.  

Los cuentos aparecen agrupados según cinco tipos de relaciones. ¿Por qué te pareció interesante establecer esta clasificación?
El título del libro lo propuso la editorial, y yo, pensando en qué significa entender, llegué a la conclusión que para entenderse hay que establecer algún tipo de relación con el otro, o con los demás. Así, poco a poquito (la cosa no salió de un tirón, ni de buenas a primeras) fuimos agrupando los cuentos que seleccionaba yo, según el tipo de relación que se manifestaba en ellos: relaciones afectivas, picarescas, entre fuertes y débiles, entre grandes y chicos, entre lo que está bien y lo que está mal…

Aparte de las recopilaciones de los hermanos Grimm o de las adaptaciones de Perrault, ¿qué otras fuentes has consultado para componer tu selección?
¡Ah, es que yo soy gato viejo en esto de los cuentos! En mi casa hay diez estantes repletos de ellos, que he coleccionado viajando o buscando en librerías de viejo o acudiendo a la biblioteca pública, que para mí es como la caverna de Alí Babá… Incluso fui a la Biblioteca del Seminario Conciliar de Barcelona, buscando cuentos traídos hasta mi ciudad por los misioneros. 

Los cuentos populares suelen presentar numerosas variantes. ¿Qué criterios has seguido para decantarte por una u otra versión? 
Según… De algunos de ellos solo tenía una sola versión. Y ahí no había discusión posible. De otros, especialmente los que contienen alguna estrofa o estribillo, como por ejemplo «Las tres naranjas del amor» o «La flor del Lililá», dependía de este estribillo, de cómo sonara mejor, más fácilmente. De todos modos, todos los cuentos han pasado por el cedazo de mi modo de narrar: me los contaba en voz alta, para mí solita, porque al fin y al cabo los cuentos tradicionales nacieron oralmente, y de ahí sacaba el modo de redactarlos de manera fluida, con pocas digresiones o florituras literarias… o eso espero.

Pese a que 50 no son pocos cuentos, seguramente has revisado muchísimos más durante el proceso de investigación. ¿Ha sido difícil acotar la selección?
Yo no diría difícil, sino apasionante y divertido. Para alguien como yo, que vive literalmente del cuento, que ha ejercido de cuentacuentos en escuelas, bibliotecas y universidades, el problema no es seleccionar 50, sino dejar a 500 de ellos fuera de la selección… ¡Toma ya! ¡Menuda respuesta de chula! No. Lo cierto es que el libro es producto de un excelente trabajo en equipo con la editora y el corrector. Y quien goza de un buen equipo, tiene mucha más diversión que trabajo.

¿Qué va a encontrar el público actual en estos cuentos de siempre? 
Espero que sus lectores encuentren placer y curiosidad, la satisfactoria sensación de que estos cuentos de antaño son tan sólidos como apasionantes hoy. Que contienen verdades como puños o mentiras muy verosímiles. Algunos les pueden resultar familiares, porque han visto películas, disneyanas o no, que se han basado en sus argumentos. O porque tienen alguna adaptación de ellos en la biblioteca familiar. Pero otros muchos, los más, espero que les resulten completamente nuevos, desconocidos, divertidos o intrigantes, porque provienen de las cuatro esquinas del mundo. Y que entiendan que hay muchos modos positivos de entender quiénes y cómo somos nosotros… ¡y los demás!

¿Qué tipo de lectores esperas que se acerquen a esta obra? ¿Les sugerirías algún modo concreto de abordar la lectura?
En realidad, nos propusimos alcanzar varios tipos de público. Habrá los voraces lectores infantiles, de 8 o 12 años, que aceptarán el reto de leer de cabo a rabo un libro tan gordo como este. Habrá los incipientes lectores infantiles que preferirán que otros, su padre o su madre, les lean un cuento cada noche, como hacía Sherezade. Habrá los maestros que usarán su magnífico índice, para escoger alguno de estos relatos y proponerlo a sus alumnos para descubrir tal o cual personaje, una explicación etiológica, hacer un trabajo manual o una representación teatral. Ojalá haya también alguna biblioteca pública, de estas que tan magnífica tarea están llevando a cabo actualmente, que lo escoja para un club de lectura compartida entre grandes y chicos. Puede haber algún estudiante universitario, de magisterio o de filología o antropología, que se interese por las divulgadoras entradillas que hay antes de cada cuento… Y, naturalmente, siempre habrá algún apasionado por los cuentos populares a quien le interese para enriquecer su colección. 

¿Por qué crees que estos cuentos van a servir para entendernos mejor? ¿Qué podemos aprender con ellos?
¡Uy, un montón de cosas! Una de ellas es la de saber que hay historias que traspasan siglos, otra es aprender que unidos tenemos mayor peso que individualmente, que la ley del más fuerte y poderoso no es la mejor ni la única manera de ir por este mundo, que el afecto se manifiesta de muchas maneras, que la justicia resulta ser un ideal importante para vivir en sociedad, etc. Entendernos es casi sinónimo de comprendernos, y la etimología del verbo comprender (del latín cum prendere = tomar consigo) ya indica que, tras analizarnos a nosotros mismos, a nuestras actitudes y pulsiones, podemos dilucidar mejor el porqué de nuestras recíprocas relaciones con la sociedad, la naturaleza, el mundo…

¿Qué has aprendido tú con este proyecto?
¡Uy, también un montón de cosas! De las cuales, no es la menor el hecho de redactar en castellano, que no es mi lengua habitual. Me he esforzado por escuchar con las orejas bien abiertas las interjecciones, las frases hechas, las muletillas de quienes hablan en español a mi alrededor, para incluir este lenguaje vivo y expresivo en mi redacción. También a estudiar y analizar las fuentes de donde provenían los cuentos, su estructura interna, tan alejada, a veces, de la tradición occidental. He descubierto que en todas partes cuecen habas… y que cuando estas tienen forma de cuento, son sabrosísimas. 

Durante el proceso de búsqueda, ¿has tropezado con algún relato que desconocías y que te haya conmovido o sorprendido particularmente?
Pues sí… ¡Ahí está la gracia! Un encargo editorial de este tipo no se parece en nada a un examen escrito, donde la mayoría de las veces solo te toca redactar lo que el profesor ya sabe. No es una prueba de memoria, es un viaje de descubrimiento. Ya dije que tuve la fortuna de viajar con un equipo o — llamémosla— una espléndida tripulación a bordo, en la que ahora uno, ahora otra, descubríamos nuevos horizontes, nuevas perspectivas, nuevas posibilidades, nuevos enlaces… No hubo día sin dudas, ni día sin sorpresa, ni día sin final feliz. ¡Ojalá se note esto cuando los lectores tengan el libro en sus manos!

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© May Zirkus

Teresa Duran Armengol (Barcelona, 1949) es una mujer consagrada a la creación y difusión cultural, especialmente en el ámbito de la literatura infantil y juvenil en lengua catalana. A lo largo de su trayectoria profesional se ha desempeñado como escritora, ilustradora, traductora, investigadora, divulgadora, cuentacuentos, pedagoga, profesora, guionista, locutora, crítica, dinamizadora cultural o comisaria de exposiciones. Ha escrito más de cien libros para niños y jóvenes, entre los que destacan Joanot de Rocacorba (1982) o A les fosques (1989) y ha traducido al catalán obras tan memorables como los Contes per telèfon de Gianni Rodari. Su trabajo ha sido reconocido con importantes premios, como la Cruz de Sant Jordi, que recibió en 2007, o el Premi Trajectòria de La Setmana del Llibre en Català 2020.

A lo largo de tu vida has desempeñado numerosas labores relacionadas con el mundo de la cultura. ¿Queda algún terreno inexplorado en el que te gustaría introducirte?
Pues… no sé. Ya tengo una edad (¡o dos y voy por la tercera!) en la que tendré que explorar cómo es eso de dejar paso a los más jóvenes, como otros me abrieron paso a mí. Y os aseguro que vienen pisando fuerte y que provocan mi más ferviente admiración. ¡Brindemos por ellos!